15 ENE 2016 / Publicaciones
El desafío de seguir construyendo una ciudad con menor riesgo hídrico

La capacidad de prepararnos para cualquier situación que modifique nuestra vida cotidiana es la clave para hacer frente a los problemas que traiga la crecida del río.

La geografía rodeada de agua de nuestra ciudad nos pone otra vez a prueba como gobierno, como representantes de los vecinos y como sociedad. Porque todos desde nuestro lugar, tenemos responsabilidades que cumplir. En la municipalidad, en el Concejo, en los demás organismos del Estado, en las organizaciones de la sociedad civil o en nuestro barrio.

Hace algunas horas que el río viene deteniendo su crecimiento e inclusive bajando algunos centímetros. Esto sin dudas trae alivio para todos en el marco de esta crecida ya extraordinaria pero no relaja nuestros esfuerzos. Sabemos que esta realidad nos va a mantener preocupados y ocupados por varias semanas. Y este respiro, nos da una oportunidad de seguir preparándonos mejor para una situación que sin dudas, deberemos enfrentar por algunos meses más.

Siempre lo dijimos, vivimos en una ciudad extremadamente vulnerable desde el punto de vista hídrico. Tanto las crecidas de los ríos Paraná o el Salado, como las lluvias, las napas altas y saturadas, constituyen complicaciones que deberemos enfrentar día a día, incluso confluyendo entre sí.

Convivir con un río de más de 6 metros es también todo un desafío  que no nos puede encontrar distraídos. El Gobierno debe hacer lo suyo, pero la colaboración del vecino puede ayudar también a disminuir los riesgos, con cosas tan simples como respetar las disposiciones para el manejo de los residuos.

La decisión de vivir entre defensas supone a veces una tranquilidad que requiere mucha atención y compromiso. Pero ríos con estas alturas, presentan problemas y desafíos no sólo defensas afuera, sino también adentro.

Las marcas actuales del Salado y del Paraná han llevado al municipio a tomar la decisión lógica de cerrar las compuertas de desagote pluvial, para impedir que el agua ingrese a la ciudad. De esta forma, las lluvias que se produzcan no podrán escurrir por gravedad hacia el río y deberemos  sacarla mayormente por sistemas mecánicos como son las bombas. Esto requiere más tiempo, una logística coordinada y la previsión necesaria para dar respuestas a zonas que no están acostumbradas a convivir con este problema.

Es así que con esta altura del río, hacia adentro de las defensas tendremos el desafío de prepararnos para minimizar las complicaciones de una ciudad que tendrá un desagote más lento de la lluvia, manteniendo limpios desagües y calles, estando atentos a la posibilidad que algunas zonas de la ciudad puedan tener agua en las calles por las demoras en el escurrimiento.

El funcionamiento del  sistema de desagües es esencial. Su cuidado y  limpieza significará que menos vecinos durante menos tiempo tengan problemas. La manera de sacar los residuos, sean estos domiciliarios, de poda o de cualquier naturaleza  será determinante para contar con conductos limpios que den mejores respuestas cuando llueva. Los restos deben estar en bolsas, cajas o contenedores: una medida simple que evitará problemas cuando llueva.

En una situación excepcional debemos estar preparados para afrontar problemas complejos. Y cuando todos somos parte de estos problemas, todos podemos colaborar. El Estado, en todos sus niveles, cumpliendo su obligación y los vecinos con conductas responsables.

Es una buena oportunidad, para acercarse y trabajar juntos. Cuidando, previniendo.

Ante cualquier situación que atente contra las bocas de tormenta, el sistema de desagües o las propias defensas, denunciarlo.

Respetar los días y horarios de recolección de residuos, y si todavía no cumplimos la ordenanza de colocación de cestos en altura, hacerlo. Son medidas que está demostrado, sirven para mantener la ciudad más limpia. Nadie, bajo ninguna circunstancia, tiene el derecho de generar acciones que aumenten el riesgo hídrico.

Debemos tener en cuenta que ante precipitaciones, pueden existir zonas anegadas y prever nuestras formas de traslado. No transitar si no es necesario,  pensar salidas alternativas o recorridos en el sistema de transporte cuando se registren lluvias que nos compliquen.

Y no dejemos de pensar en aquellas familias que sufren el desarraigo del río, alejadas de su vida, esperando el regreso. La ciudad debe estar atenta a ellos, desde el lugar que ocupemos.

En las últimas horas, nos reunimos con el intendente José Corral, a quien le expresamos la predisposición del Concejo Municipal para continuar impulsando las herramientas legislativas para que este fenómeno nos encuentre mejor preparados. Además, propusimos iniciativas para perfeccionar los sistemas de medición hídrica que dependen de organismos nacionales, como también los aspectos de comunicación sobre cuestiones técnicas articulando la información local, provincial y nacional respecto a altura de los ríos, cotas y alertas.

Debemos estar prevenidos para las contingencias y el trabajo desde cada lugar es central en ese objetivo. Sin duda, estamos ante un nuevo desafío que el agua nos impone y es responsabilidad de todos, sumar lo nuestro para poder superarlo.


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