Pediatra y pedagogo, Janusz dedicó su vida a trabajar con y para las infancias.
Tenía una visión de una niñez participativa, por lo que se abocó a crear espacios y medios para niñas y niños, centrados en el diálogo entre adultos y niños como pares.
Así fue que creó y dirigió un periódico escrito por chicos y para chicos. Se llamó “La pequeña reseña”, y funcionó desde 1912 y hasta 1939, momento en que tanto él como los niños de su orfanato -quienes eran los pequeños escritores- debieron irse al gueto de Varsovia. Una vez allí, él continúa siendo “tutor” de esos niños, no sólo consiguiéndoles alimentos, sino también a nivel emocional y espiritual: en el orfanato del gueto educó, contaron cuentos, se llevaron a cabo obras de teatro y conciertos.
El ciclo de su vida se cierra abruptamente en agosto de 1942: todos los niños del gueto son deportados hacia los campos de exterminio y Korczack, luego de rechazar los ofrecimientos de salvataje, se niega a abandonar ‘a sus niños’. Los acompañó en el tren, contando cuentos y cantando canciones hasta llegar a Treblinka, dibujando imágenes alegres en sus mentes hasta el último momento.
Tal vez su historia no es tan conocida, pero es tan "especial" como la de muchos otros protectores que intentaron hacer un poco mejor las vidas de las víctimas...